jueves, 14 de abril de 2022

 

      

  TÍTULO: DORITA

 

 

      ¡Ay, la vida!. Caras y caretas. Verdad y mentira. Sonrisa y llanto…Cuantas veces pasamos por emociones distintas y cuantas veces ocultamos lo que verdaderamente sentimos, para mantener ese supuesto equilibrio o esa falsa felicidad en nuestras vidas

      Dorita, era una picarona niña de ocho años, muy bonita. Le gustaba traerme cartitas, diciéndome cuanto me quería, siempre buscaba llamar la atención, con travesuras inocentes Su padre había intentado regalármela varias veces, trayéndola a la escuela preparada, con un bolsito con sus pocas ropas.

---“Se la doy directora, yo no puedo mantenerla”---. ---¡Nooo cómo se le ocurre, por favor!—

           Después de ese cruce de palabras inesperadas, el hombre se retiraba cabizbajo y sin saludar, la pequeña corría a refugiarse en mis brazos apoyando su rostro en mi regazo, como buscando alivio, protección.

      Una tarde ,como tantas otras, recorrí las aulas repartiendo guardapolvos .Las familias que enviaban los niños a esa escuela eran muy pobres, carecían de todo para vivir sanamente, los hogares muy precarios, no contaban con elementos imprescindibles, como agua y en algunos casos ni electricidad .Comencé por primer grado, al llegar a segundo  pregunté---¿Quién no recibió guardapolvo aún? –Se escuchó la voz de Dorita diciendo:--“¡A mí, señorita!, ¡A mí no me dio!”----¡Ay Dorita ya va el tercer guardapolvo que te doy este año!--

          “--¡-Bueno, dire, a mí me los comen las ratas!”—La espontaneidad de Dorita produjo un estallido de risas en el aula, que cesó con mi llamado de atención .¡ Caramba! Cuantas veces les debo decir que no deben burlarse de los compañeros. Entregué los guardapolvos y me retiré del salón

         Al finalizar el turno, vino la mamá de Dorita a buscarla. Hablé unos minutos con ella y en forma lo más amable posible, le sugerí que tratara en lo posible de mejorar la higiene personal de Dorita, pues sus compañeritos la hacían a un lado en los juegos. La señora , dijo entonces:---“Mire dire, si usted quiere que Dorita venga más limpia , me va a tener que comprar jabón o darme plata para comprar-“—Entonces y como de costumbre colaboré con lo que la señora me pedía.

     Ese año Dorita aprobó su segundo grado, era una niña muy inteligente en todas las áreas del aprendizaje. Su situación familiar, en lugar de mejorar, fue empeorando a medida que Dorita crecía

      Un padre alcohólico, y violento, una madre analfabeta y muy pobre culturalmente hablando ´,hacían de la vida de Dorita un verdadero infierno. Tanto para la niña, como para Ariel su hermano tres años mayor que ella, la escuela era el mejor refugio. Venían contentos al comedor todos los días y luego se quedaban en el grado. Todo el equipo docente sentía un afecto especial, por Dorita y Ariel. El turno se llenaba de una dinámica diferente con la presencia de Dorita, era muy picarona y extrovertida, sus travesuras nos hacían renegar pero a la vez, nos divertían. Todo tenían un clima especial.

       Una tarde, la maestra de Dorita, me cuenta que la niña tenía marcas en sus piernas y en la cara y que podían haber sido hechas por el padre. Enseguida la llamé y conversé a solas con ella.-- ¿Dime, que pasó, quién te hizo eso?. Cuéntame , te ayudaré--. Sus grandes y expresivos ojos miraban para otro lado, no podían mirarme directamente. Después de un silencio casi bullicioso, la niña, en un tono muy bajo, dijo:-“-Me caí del árbol dire”—

      Esa tarde envíe una citación, tenía que hablar con los padres, también puse a trabajar al equipo orientador en el caso. Los padres no asistieron , pero lo peor que Dorita tampoco vino a la escuela. Al día siguiente la asistente social visitó el hogar de la niña. Golpeó varias veces las manos pero nadie salió, al regresar a la escuela me informó los detalles de la visita.” La casa queda cerca, dos o tres cuadras, es una “tapera”, apenas golpeé las manos salieron cinco perros feroces, pensé que me atacarían, de no ser por el alambrado. Sin ningún resultado positivo opté por regresar--.” Le soy sincera, no me sentí cómoda en esta visita, no veía el momento volver”--

        Pasaron los días y Dorita no se presentó a clase. No podía mandar nuevamente a la asistente social, así que decidí ir personalmente. Estaba acostumbrada a recorrer el barrio, conocía a los vecinos y ellos me conocían y me apreciaban. Registré mi salida y me dirigí al domicilio de Dorita, en el camino me saludaban los chicos del otro turno:”…Chau dire..”

      Llegué enseguida, golpeé con todas mis fuerzas, los primeros en salir fueron los perros hambrientos y al rato la mamá:--“Buenas maestra, Dorita no fue estos días porque estuvo muy resfriada”—

--“ Bueno, nos preocupamos, porque la última vez vino muy golpeada”—-

--“ Es que esa piba no se queda quieta, es terrible---“-

      Al día siguiente, tal cual prometió la madre, Dorita vino a la escuela. El equipo orientador aprovechó para trabajar con ella. Mediante juegos y dibujos lograron descubrir el verdadero drama, Dorita era abusada y golpeada por su padre.

      Después de varias entrevistas con la madre y gestiones en el juzgado de menores, llegó el momento de derivarla a un hogar. Esto no fue fácil, es más, fue imposible, ya que la niña no quería dejar a sus padres. Así pasaron los años. Un día, directamente lo denuncié con el comisario.—“Mire oficial, esta es una historia que se repite, este hombre castiga brutalmente a su hija, hemos agotado todos los recursos y el maltrato no cesa, la madre de la niña miente protegiendo a ese salvaje. La niña está atemorizada y amenazada,  le pido que aunque sea lleve al padre de Dorita a la comisaría y le pegue un buen susto”—

 El padre estuvo un día detenido y se calmó,  por un tiempo muy corto. Era un hombre violento, como el mismo se decía. Una tarde a la salida de la escuela, ahí estaba, esperando a sus hijos, aparentemente sobrio, entonces aproveché para dirigirle unas palabras :---“Buenas tardes Don Gomez, ¿ cómo anda?, dígame una cosa, ¿cuándo va a dejar de pegarle a sus hijos?—¡Sí sí, así como lo escuchan, así me salió del alma!—La respuesta, fue contundente, sin titubeos:---Usted ya sabe directora, yo soy un hombre violento—

Para ese entonces, ya venía a la escuela, Catalina, seis años menor que Dorita y Edi, el hermano menor

Para Edi, necesitaría un capítulo aparte, por su forma de vivir, en parte por como fue educado o tal vez por alguna deficiencia , debida a los golpes que recibió desde que estaba en la panza

     Cuando empezó a venir a la escuela, su comportamiento nos asombraba día a día, no podíamos hacerle entender que no debía comer del cesto de basura, pero se entretenía comiendo restos de golosinas que los otros niños tiraban. Además, se arrastraba por el suelo como un perrito, costaba mucho que estuviera sentado como los otros chicos. Sus manos percudidas, como las de una persona mayor obrera de la construcción o del campo, no podían escribir en el cuaderno sin hacer manchones de grasa o vaya a saber que sustancias extrañas.

     La maestra debía lavarle la cara y las manos para poder realizar un mínimo avance en su educación. Edi, después de esa higiene se sentía mejor. Sus cabellos rubios, jamás peinados y sucios, no tenían arreglo. De todas formas, al pasar el tiempo, fui viendo algunos intentos de parecerse a un ser humano. Así, entre las burlas de sus compañeros, que Edi parecía no registrar en lo más mínimo, el muchachito fue creciendo

     Su rendimiento escolar era imposible de evaluar, debido a su pésima conducta. Peleaba todo el tiempo a golpes, era su forma de comunicarse. Lo peor comenzó cuando los más grandes, empezaron a darle alcohol para divertirse con el comportamiento de Edi

    Los padres no se ocupaban de él, y por más trabajo que hizo el equipo orientador fue imposible escolarizar a Edi, criado como un perrito más, de los que habitaban ese hogar.

   Llegó a cuarto grado, pudo aprender a leer, escribir y nada más. Luego, ya a sus quince años, entregado al alcohol y las drogas, comenzó a delinquir. Unos años más tarde, me enteré de su fallecimiento. Lo asesinaron, no pude averiguar como. Así, efímera fue la vida de Edi, el hermano menor de Dorita.

   Al poco tiempo murió Ariel, el hermano más grande, lo conocí poco. Fue un niño muy callado de perfil bajo, jamás trajo problemas de conducta, terminó la primaria sin inconvenientes y no supe como siguió su corta vida

 Siempre pensé que Dorita era lo más rescatable de esa familia. Muy consciente  de lo que pasaba, no sabía como pedir ayuda. Creo que amaba a sus hermanos y a su madre a pesar de todo. Seguramente al llamar la atención con sus travesuras buscaba auxilio.Terminó sus primaria y dejé de verla por un tiempo

  Una tarde mientras despedía a los alumnos, la encuentro en la vereda de la escuela, se acercó a darme un caluroso saludo. En su abrazo pude sentir amor, agradecimiento, pero también angustia y desesperación,---¿Puedo hablarle dire?--- Sí, por supuesto, contesté presintiendo el tema de la charla. Por primera vez en tantos años, la noté cansada y con firmes deseos de hacer algo, para cambiar por lo menos en parte, el infierno que la rodeaba desde que nació.

  Pudo contar sinceramente su padecimiento. Un padre que la violó desde pequeña, le pegó cadenazos y cintazos cuando trataba de escapar, mientras su madre se hacía la que no veía ni oía. Una vida signada por el horror y el sufrimiento, y lo peor por el ocultamiento ante los demás por miedo a que la maten

  Dorita, agradezco a Dios que te hayas decidido a  contarme todo y  pedir ayuda. Lo primero que tienes que hacer es denunciarlo, valor Dorita, estoy para ayudarte. Cuéntame cómo te decidiste.

 -- Estoy en pareja con un muchacho muy bueno, que me comprende, por eso me decidí. Tengo secuelas de todo lo que soporté, me es muy difícil la vida en pareja y tuve que contarle para que entienda—Necesito saber si puedo contar con usted por si me piden un testigo—

  --Por supuesto, eres como una hija para mí--, así terminó esa conversación, pero nos seguimos viendo, ya que Dorita vivía en el barrio, así que o yo iba a verla o ella venía a casa

    Y llegó el día del juicio y por consiguiente la citación , para que compareciera como testigo en la causa que valientemente Dorita, le había iniciado a su padre por violación, castigos y privación de la libertad. Ahí estuve, tal cual se lo había prometido, fue una jornada para recordar entre las más tristes y estresantes en la vida de una persona. Si bien, no fue la primera vez que salí de testigo en alguna causa , ésta me tocaba profundamente mis emociones, por haber vivido la historia de Dorita paso a paso, haber visto sus sufrimientos con impotencia ,sin poder hacer nada que terminara con su calvario

   Ahí, en uno de los pasillos del juzgado, como una paloma herida, queriendo volar, estaba Dorita, ya una mujer hecha y derecha, fuerte y sabia, como siempre supe que sería, a pesar de los martirios vividos, de los padecimientos más horrendos que puede sufrir una niña que a golpes y vejaciones pudo sobrevivir y dejar salir de su interior una mujer con todas las letras

  Ahí estaba, la miré, no solo con amor también con admiración y se lo transmití en un abrazo sin palabras que dijo todo. La espera pareció eterna. En los pasillos se escuchaban personas que discutían, otras que lloraban, de vaya a saber que historias.Después de varias horas de espera, un empleado pronunció el apellido de la familia de Dorita, entramos, mientras los testigos esperábamos en una antesala vi pasar al detenido esposado, el padre de Dorita, hombre de estatura normal, piel blanca, cabello renegrido, mirada fuerte que infundía temor, con la cabeza alta como diciendo “no sé de qué me acusan”.

    Después de unos instantes ,los testigos ingresamos a la sala, no olvidaré jamás ese momento.Cuando me llamaron a declarar, sentí ganas de gritar lo monstruoso de ese ser, pero solo debí contestar las preguntas que se me hicieron, que solo describieron en parte el daño y las heridas que ese degenerado le ocasionó a su hija. Al finalizar la jornada, saludé y regresé a mi casa, porque ya era tarde para regresar a la escuela.

    Pasado un tiempo me enteré, que si bien este hombre siguió preso un tiempo, salió en libertad pues la madre de Dorita lo defendió, diciendo que los dichos de su hija eran mentiras

    Para entonces, la vida de Dorita atravesaba un tiempo de paz junto a su pareja con el que tuvo tres hijos, dos varones y una niña hermosa. Vivieron un tiempo en una granja de los Hare Crishna. Vinieron a visitarme, se veían muy felices, aunque pude intuir, en esa relación, algún tipo de sometimiento sobre Dorita que parecía indicarle que decir o hacer. Me dije, espero equivocarme, lo veía hasta parecido al padre de ella Luego de un tiempo perdí contacto

. Me enteré que habían dejado la religión y él había entrado en la policía. Desde ese momento la vida de Dorita comenzó a oscurecerse nuevamente, ya con tres hijos se quedó sola, tratando de sobrevivir. Buscó trabajo para mantener a sus hijos y tratando de no volver con sus padres

Después de veinte años pude contactarla para ver que era de su vida. Me contó que tuvo otro hijo con otra pareja, pero que se encontraba sola nuevamente, aunque este hombre la ayudaba económicamente con su hijo. Su padre murió, ya hacía dos años y tanto ella como su hermana Catalina habían vuelto al hogar materno

--¡Justicia divina!!—me salió del alma.—Sí-- dijo Dorita,-- el alcohol hizo justicia, lo llevó a la tumba hace dos años, mi madre, tiene alucinaciones y por momentos lo llama

  Sistema de justicia humana, perverso, falso, insensato, que deja que estas historias sucedan y avancen irremediablemente, llevándose en el camino seres débiles e inocentes

  Dorita, fuerza, templanza, sobreviviente de un infierno inconmensurable

                            

                  FIN

 

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